Desperté de mi ensueño y te vi transformada, convertida en lo que juramos combatir. Recuerdo aquella vez que corrimos por la ciudad, tú estabas empapada y manchaste tu camiseta blanca con aquella chaqueta color vino que te dio mi amigo. Recuerdo aquella pastelería y los señores que hablaban con acentos graciosos, y los vendedores que nos miraban cuando corríamos todos como en una manada y cantábamos y brincábamos, y veíamos películas, y queríamos a tus padres.
No te conozco, desperté de mi ensueño y te vi transformada, convertida en lo que juramos combatir. Ese sueño tonto en el que ya no te veía transmutó en una pesadilla que no lograba reconocer, éramos tan jóvenes, y tan tontos. Ahora haces cosas que no haría con mi esposa y vuelas como mariposa de rosa en rosa. Se ha cumplido mi pesadilla.
Te pido perdón por haberte olvidado, espero verte algún día otra vez, pero por ahora no sé quién eres.
Siempre tuyo, el que escribe.
“Había una vez un peruano timorato que soñó que comía su zapato, despertó temblando como un pato, y cumplió su sueño después de un rato”.
Kevin Yépez.