Solo Dios sabe cómo me gustaría hacerte feliz, dejar de ser el malo de la película por un solo día, darte las alas que te he quitado. Quisiera enseñarte un mundo de libertades y borrar las lágrimas de tus mejillas, hacer sordos tus gritos impacientes y enseñarte los caminos que te depara la vida. Pero de tal manera te amo, que siento que me he vuelto la cadena que te aprisiona y arranca la libertad que tanto anhelas. Quisiera irme lejos para que alguien te de esa felicidad libertina que yo me niego a entregarte por tu seguridad.
Mi amor es tan grande que nada en este mundo sería capaz de apartarme de ti, ni siquiera el peor de los errores, porque es un amor tan enorme como el poderoso huracán que arrasa con todo. No soy tu luz, pero siempre he querido serlo y quizás allí esté mi error, porque tu alma es más impetuosa que la mía y solo mis fuerzas pueden detener sus arranques de rabia y a la vez alimentarlos de tal manera que ya no puedo controlarte y solo me quedan las ganas de llorar que me contagiaste.
Los jueces de paz que contratas para aniquilarme nunca te dan la razón y yo me salgo con la mía para seguir llevando tus riendas hasta que explotes y me hagas darme cuenta de que no soy tu jefe, aunque nunca he intentado serlo. Solo quiero lo mejor para ti. En algún momento de tu vida esperes que todo lo que hago, lo he hecho por el amor que siento hacía ti.
Solo Dios sabe cómo me gustaría hacerte feliz, dejar de ser el malo de la película por solo un día… Pero es tan difícil hacerlo…
Kevin Yépez
Kevin Yépez
No hay comentarios:
Publicar un comentario